Dejaron morir a mi hijo solo como a un perro
Miguel, un joven policía de 37 años, acudía a la clínica Cemtro de Madrid para tratarse de una simple contractura cervical. Siete días después, fallecía inexplicablemente ante la incredulidad de sus más allegados. «Mira lo que me han hecho estos cabrones», gritaba exasperado a Margarita, una madre coraje que recorría los solitarios pasillos del centro…