El joven de origen colombiano denuncia a la empresa por dejarle ‘abandonado’
Cristian Ospina, un joven colombiano de 30 años, llegó a Bilbao en 2022 junto a su hermano, su mujer embarazada y su hija de 10 años. Al de diez días de llegar, comenzó a trabajar junto a su hermano en un empresa de paquetería, subcontratada por una compañía más grande afincada en Barcelona. Las condiciones de trabajo eran muy duras, trabajaban de domingo a domingo y de 9 de la mañana a 9 de la noche, sin descanso. Debían entregar alrededor de 70 paquetes diarios, y por cada paquete no entregado sufrían una penalización. Además, lo hacían sin tener contrato ni seguro de accidentes.
El día 11 de junio, debían entregar un paquete en Usansolo, pero al contactar con el receptor del mismo, les dijo que no se encontraba en casa y que lo dejaran en un patio interior. Para acceder al mismo, Cristian se subió al muro, pero al bajar «me enganché con un anillo que tenía en el dedo meñique con la verja. Me arrancó toda la carne, tendondes y arterias, solo quedó el hueso», afirma.
Al verle con el dedo ensangrentado, su hermano Nelson le llevó al Hospital de Galdakao, desde donde llamó a los jefes de la empresa, quienes le insistieron en que «no dijéramos que había sido trabajando». Posteriormente, el responsable acudió al hospital para seguir con el reparto. «Estaban más preocupados por los paquetes y porque no dijéramos nada que por mi situación».
El informe médico indica que «ante la deguantación del quinto dedo de la mano derecha con pérdida prácticamente completa de las partes blandas (no hay ni piel ni tejido celular, con exposición ósea completa de las falanges 2 y 3, se le intervino para amputarle el quinto dedo». Tras la operación, se le recetaron analgésicos y antibióticos para el dolor y la infección. Por todo ello, al no tener tarjeta sanitaria, Osakidetza le reclama ahora 4.800 euros, que no puede pagar.
La amputación le ha afectado psicológicamente
«No me gusta que me vean la mano. Me siento mal», afirma Cristian, quien todavía sigue impactado por la amputación, y añade que se siente muy preocupado por la situación económica y por no poder dar un buen futuro a sus hijas. Además, señala que la herida cerrada «me pica y me duele, es una sensación muy extraña».
Debido al accidente no ha vuelto a trabajar, puesto que al no tener tarjeta de Osakidetza, no ha podido llevar a cabo la rehabilitación y no ha recuperado la fuerza. Sus anteriores jefes después de mucho insistirles, le pagaron 500 euros, pero se ha visto obligado a durante 3 meses solo desayunar y cenar agua con galletas, y su mujer e hija han tenido que regresar a Colombia.
Querella criminal contra los responsables legales de la empresa
Cristian, con la ayuda de nuestro despacho de abogados, ha interpuesto una querella criminal contra los responsables legales de la empresa de reparto subcontratada y la matriz por un delito contra el derecho de los trabajadores.
Fuente: El Correo