Pasar por el quirófano no es plato de gusto para nadie. Pero menos lo es tener que entrar dos veces y una de ellas por haber sido, supuestamente, víctima de un error médico. Esto es lo que, al parecer, le ocurrió a una mujer de 35 años que fue operada de la hemitiroides derecha cuando el problema se encontraba, en realidad, en el lado izquierdo. El juzgado número 3 de lo Contencioso-Administrativo de Vitoria obliga ahora al Servicio Vasco de Salud, Osakidetza, a indemnizarla «prudencialmente» con 10.000 euros por aquella posible equivocación. Eso sí, la sentencia no es firme.
La intervención de N.G.B. estaba programada para principios de 2007, aunque antes de esa fecha se había sometido a diversos reconocimientos en los que se había dado con el supuesto origen de su malestar. Se trataba, según señala el fallo, de «un carcinoma papilar» que no alcanzaba un centímetro de tamaño y que se ubicaba en la hemitiroides izquierda o parte izquierda de la tiroides, la glándula situada sobre la tráquea y encargada de regular el metabolismo.
No quedaba más opción que extirparlo. Por ello, la paciente «prestó su consentimiento informado» para la operación y entró en la sala con el convencimiento de que se acabarían sus problemas. Sin embargo, los cirujanos extrajeron el lado derecho, donde no se habían detectado «alteraciones significativas» durante las ecografías previas, tal como indicó un informe pericial médico.
Daños
Otro documento, elaborado por un doctor diferente, insiste en que la actuación fue la correcta pues durante la operación y «a cielo abierto» observaron cómo la hemitiroides derecha era mayor que la izquierda y palparon en la zona «un pequeño nódulo» de escasos milímetros que, entendieron, debía ser extraído. La paciente se quedó, así, sin este lado de la glándula, al mismo tiempo que no era intervenida del bulto detectado en la otra parte. Ya no había vuelta atrás, pero el carcinoma permanecía en el lugar donde había sido hallado «debiendo ser nuevamente operada».
Como consecuencia de esta doble intervención -en la segunda sí se extirpó la hemitiroides izquierda con los «hallazgos» observados en la ecografía-, la mujer «perdió toda la tiroides», tanto la parte afectada por el bulto como la aparentemente sana. La sentencia recalca, además, el sufrimiento «físico y psicológico» que le ha causado la eliminación total de esta glándula, así como la necesidad de seguir una terapia farmacológica «de por vida» para cubrir sus funciones. «Se le privó de la posibilidad de decidir acerca de la conveniencia de un tratamiento menos agresivo» pues, pese a que la segunda intervención había sido acordada, los médicos optaron en el primer caso por la extracción sin consultarla.
Publicado por El Correo el 4 de abril de 2.010.