Jose María S.G. se sometió a una operación en las arterias en el Hospital de Cruces, con la que se pretendía cortar una hemorragia, pero las negligencias pasan cuando menos te lo esperas, y el paciente resultó quedarse en una silla de ruedas.
Los hechos remontan al 22 de marzo de 2009, cuando José María, ingresó en el Hospital de Basurto al presentar cuadros de hemoptisis (expectoraba sangre). En este centro le efectuaron una broncoscopia para observar las vías respiratorias. Ante la ausencia de resultados, los médicos de Basurto, le remitieron a Cruces y, fue en este este centro, donde se le sometió a un cateterismo. El objetivo era localizar el punto sangrante para taponarlo, pero los resultados fueron catastróficos: sufrió un infarto medular a la altura de la séptima vértebra cervical y de la primera dorsal. El resultado: una paraplégia, o lo que es lo mismo, perdió la movilidad de las 2 piernas.
Para rematar el error médico, nadie advirtió al paciente (de entonces 81 años) de los riesgos que entrañaba la intervención vascular. La consecuencia de no haber informado ni al paciente, ni a su familia del riesgo de esta intervención, fue que ninguno de ellos dió su consentimiento por escrito para que se llevara a cabo.
Afortunadamente, la justicia ha aceptado la argumentación del despacho de Abogdos Gómez Menchaca, que ha recalcado que no se acreditó “una situación de riesgo grave inminente” que impidiera recabar su consentimiento por escrito “conforme a las exigencias legales”. Por ello, se ha lanzado la sentencia firme del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) ha condenado a Osakidetza a indemnizar al anciano con 90.000 euros.