El paciente enfermó durante sus vacaciones en Canarias
José Andrés G.Z. viajó junto a su mujer Montse y su hijo de 12 años a Puerto de la Cruz (Tenerife) de vacaciones tras dos años de pandemia sin poder viajar. Sin embargo, al cabo de 10 días, comenzó a sentirse mal, no podía respirar, presentaba fiebre alta y tos seca. Por esta razón, se dirigió al Servicio de Urgencias, desde donde la redirigieron al Hospital Universitario de Canarias. Allí le diagnosticaron neumonía bilateral y quedó ingresado.
La evolución de la enfermedad no fue buena y el paciente fue derivado a la UCI el día 14 de agosto, donde ocho días más tarde le sometieron a una intubación y a ventilación mecánica. Posteriormente, tuvieron que someterle a una traqueotomía dada la gravedad de la situación.
Osakidetza deniega el traslado desde Canarias
La familia, representada por este despacho de abogados, solicitó el traslado a Euskadi, sin embargo, y pese a que la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital de Cruces y el Hospital de La Laguna se mostraron a favor, la Delegación de Salud se negó argumentando que ‘no existe un convenio con Canarias’ y que ‘únicamente se realizan transportes terrestres’.
Montse, que ha tenido que regresar a Euskadi con su hijo tras un mes en Canarias para gestionar su baja y la de su marido, afirma que ‘le están negando un derecho. La ley dice que es su obligación. Lo que están haciendo es inhumano’. Con el objetivo de trasladar a José Andrés, la familia ha solicitado un presupuesto a una empresa privada, sin embargo este asciende a 30.000 euros. ‘¿De dónde saco ese dinero?, ¿tengo que pedir un crédito?’, se plantea.
‘La solución pasa porque esté aquí, estaría más tranquilo y mejoraría’
Actualmente, José Andrés se encuentra acompañado por su madre, una mujer de 84 años que ha tenido que dejar aquí a su marido de 87 años a cargo de familiares. ‘Para ella es un calvario ver cómo está su hijo tan lejos de casa. Para la familia la solución pasa porque esté aquí, estaría más tranquilo y mejoraría. Y yo me podría arreglar con mi suegra para cuidar al niño’, destaca Montse, la mujer del paciente. ‘Es una tortura psicológica. La próxima vez que vaya de vacaciones díganme donde hay convenio y me puedo poner enfermo. Qué pecado hemos cometido por irnos de vacaciones después de dos años de pandemia. La enfermedad no se elige y menos estar al borde de la muerte‘.
Fuente: El Correo