La paciente comenzó su periplo de los quirófanos tras sufrir una lesión de menisco en su pierna derecha en un accidente laboral. La artroscopia a la que fue sometida en una clínica madrileña no funcionó, por lo que acudió a los especialistas del hospital de Cruces. Los médicos realizaron otra intervención mediante artroscopia en abril de 1.997, que no logró solucionar su problema.
Los especialistas decidieron entonces colocarle una prótesis de rodilla, en una operación que se llevó a cabo en febrero de 1.998 en Cruces. Sin embargo, esta vecina de Portugalete comenzó a sufrir fuertes dolores en julio de ese mismo año en la pierna operada. Los médicos le sometieron a numerosas pruebas y descubrieron que sufría una infección ósea. La enferma soportó varios meses de tratamientos hasta que, ante el avance de la infección, los médicos decidieron retirarle la prótesis y desinfectar el área afectada, contaminada por una bacteria.
El proceso quirúrgico debía realizarse en dos fases. En febrero de 1.999 se le extrajo la prótesis y, durante la operación, los especialistas desinfectaron las articulaciones invadidas por los gérmenes. La paciente entró otra vez en quirófano un mes después para recibir una nueva prótesis de rodilla, con cemento portador de antibiótico para combatir la infección.
Depresión
Tampoco funcionó. La evolución de la enferma “no fue satisfactoria”, indica la sentencia. A lo largo de 2.001 tuvo que ser sometida a nuevos procedimientos quirúrgicos para poder descubrir el origen de sus dolores y de sus graves limitaciones para andar, que continúan en la actualidad, según explicaron fuentes del despacho de abogados Gómez Menchaca, que representa a la enferma. La mujer sufre una depresión como consecuencia de su larga dolencia.
La sentencia considera probado que la paciente contrajo la infección durante la intervención quirúrgica realizada en Cruces. “La infección no es una secuela natural y previsible del funcionamiento del acto médico”, detalla la decisión judicial, por lo que “debe entenderse que se sitúa fuera del estándar de eficacia exigible”.
El texto aclara, sin embargo, que en un 1 % de las operaciones en las que se cumplen todos los protocolos de desinfección el paciente llega a contaminarse con un germen. El perito declaró que el proceso infeccioso fue el causante del fracaso de la primera prótesis y de la segunda, colocada un año después.
El tribunal de un juzgado de lo contencioso de Vitoria condena a Osakidetza a pagar 50.000 euros de indemnización a la paciente por las secuelas sufridas tras las sucesivas intervenciones quirúrgicas. La mujer continúa en tratamiento hospitalario, seis años después de haberse sometido a la primera operación de menisco.
Publicado por El Correo el 3 de enero de 2.004