El Servicio Vasco de Salud ha encargado a un prestigioso laboratorio de Valladolid el análisis del producto supuestamente tóxico que ha provocado ceguera a más de una decena de pacientes vascos intervenidos de desprendimiento de retina.
Según informó el Ministerio de Sanidad la semana pasada, el lote de perfluoroctano Ala Octa supuestamente tóxico está siendo investigado en la farmacéutica alemana Ala Medics, fabricante del producto. En este estudio también participan las autoridades sanitarias alemanas, así como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), que el pasado 26 de junio ordenó la retirada del producto al tener conocimiento de numerosos «incidentes adversos».
Cuatro meses después de que se diera la alerta sobre los posibles efectos nocivos de esta sustancia utilizada para fijar una retina desprendida, este estudio no ha terminado. Sin embargo, las reclamaciones por cegueras inexplicables empiezan a amontonarse en los despachos de los diferentes servicios sanitarios, como es el caso de Osakidetza. Y es que los pacientes que han perdido la visión piden una compensación a la administración titular del hospital en el que se han operado. Para ello, plantean lo que, en términos jurídicos, se conoce como una reclamación de daños y perjuicios por responsabilidad patrimonial, cuyo objetivo es lograr una compensación económica. En caso de ser aceptada, la indemnización es inmediata. Si es rechazada, el siguiente paso es acudir a los tribunales.
El Servicio Vasco de Salud pide «la máxima celeridad» al centro investigador castellano.