Un hombre muere durante su traslado en ambulancia de Castro a Laredo.
El 18 de marzo de 2011, Pilar recibió el alta en Cruces tras una intervención quirúrgica. En vez de ir a su domicilio habitual, la pareja se dirigió a su segunda residencia en Castro Urdiales para que ella pasara allí la convalecencia. Hacia las dos de la madrugada del día 19, Esteban despertó a su esposa porque le costaba respirar. Pilar llamó al 112 y minutos después acudió al domicilio una ambulancia.
Ya en la ambulancia, el conductor no cogió la autovía en dirección a Laredo, sino que decidió ir en sentido contrario, como si se dirigiera a Bilbao, atravesando todo el pueblo. Llegó un momento en el que el fallecido cerró los ojos, sin que el sanitario hiciera nada al respecto. Sólo rellenar papeleo.
Por ello, el abogado bilbaíno Carlos Gómez Menchaca, que la representa, planteó una reclamación de daños y perjuicios al Servicio Cántabro de Salud. En su requerimiento, el letrado consideró que «el tiempo perdido al no realizar un traslado directo al hospital, cuando se estaba ante un caso típico de urgencia cardíaca, mermó las posibilidades de superar la crisis. En definitiva, que se privó al paciente de la oportunidad de supervivencia». Por ello, reclamó una indemnización de 150.000 euros.
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