La inmensa mayoría de los casos relacionados con el cáncer no tienen origen en el tratamiento que se dispensa a esta enfermedad, sino en los retrasos en el diagnóstico de la misma. Gómez Menchaca Abogados tiene amplia experiencia en estos supuestos.
El diagnóstico tardío en el cáncer merma, en la mayoría de los supuestos, las posibilidades de sobrevida y suele exigir la necesidad de instaurar tratamientos mucho más agresivos y penosos para el paciente. El tiempo puede marcar la diferencia entre un cáncer perfectamente localizado y operable y un cáncer diseminado a distancia o locorregionalmente. Este concepto se relaciona con la denominada «pérdida de oportunidad» por la jurisprudencia.
De esa forma, los supuestos de responsabilidad afectan tanto a la medicina de atención primaria como a diferentes especialidades, dependiendo del lugar exacto donde el cáncer despliegue su sintomatología.
La medicina que se practica en España, basada en la evidencia, supone que la actuación médica se adecua a la aparición de la sintomatología, contrariamente a lo que sería una medicina de carácter preventivo. Los diagnósticos de sospecha se establecen por su importancia estadística con los síntomas referidos, así como mal resultado en tratamientos sobre dolencias que en principio pueden ser banales. La falta de mejoría de los pacientes pese al tratamiento dispensado, debe provocar un despliegue de actividad diagnóstica que si no se produce deja al proceso maligno sin diagnóstico, o con un diagnóstico muy tardío. Otras veces el error está en hacer caso omiso de sintomatología específica referida por el paciente. Esto adquiere mayor relevancia si cabe ante la presencia de síntomas específicos propios de cánceres para los que existen programas de cribaje diagnóstico, como el de mama femenino.
Técnicamente se trata de establecer cuándo una prueba diagnóstica estaba indicada y no se realizó; y atender también al tiempo de su realización. Los sistemas de preferencia y urgencia en la indicación de pruebas o en la interconcsulta con un especialista se ponen a prueba ante la sospecha de un cáncer.
La causuística es de una variedad inmensa, desde mantener a un paciente meses con protectores gástricos por un dolor estomacal, sin desplegar pruebas diagnósticas, hasta pautar durante meses calmantes por una una supuesta laringitis en un fumador inveterado, sin realizar un estudio más profundo, siquiera por la falta de mejoría.
Otras veces el diagnóstico pasa desapercibido en los servicios de urgencia hospitalaria a los que acudirá el paciente repetídamente sin que se ordenen pruebas radiológicas o de otro tipo para despejar la sospecha.
Respecto a los daños causados en tratamientos oncológicos suelen ser más extraños en su aparición, y se refieren a la falta de información de alternativas de tratamiento existentes en España y médicamente contrastadas, daños quirúrgicos por intervenciones mal realizadas o defectuosa aplicación de los venenos de la quimioterapia, bien por no atender al estado del paciente y su capacidad de soportarlos, bien por extravasación de fármacos.