En puridad el error de diagnóstico no puede considerarse generador de responsabilidad puesto que la ciencia médica no es una ciencia exacta. Lo que sí genera responsabilidad y por tanto reclamaciones es el error de diagnóstico fundamentado en la ausencia de realización de pruebas diagnósticas que, dada la clínica y sintomatología del paciente, estaban indicadas realizar.
El error de diagnóstico así fundamentado puede provocar un agravamiento de la enfermedad por falta del oportuno tratamiento e incluso que el dispensado esté contraindicado. Todo ello será motivo de reclamación.
El diagnóstico puede ser tardío aunque no erróneo lo que provoca en ocasiones un empeoramiento pronóstico por demora en el tratamiento. No solo han de realizarse las pruebas, sino hacerlas en tiempo.
El quiz de la cuestión será determinar si en el momento en que se emite el diagnóstico éste era descuidado puesto que el paciente presentaba sintomatología que hacían necesarias más pruebas o la necesidad de realizar un diagnóstico diferencial con otras patologías. Ese análisis ex-ante de la conducta del médico, en que, en un exceso de confianza personal o estadística, escatima medios diagnósticos indicados generará un daño en el paciente perfectamente reclamable. Lo que no puede hacerse es ser cicatero en medios diagnósticos; «tanto al actividad de diagnosticar como la efectiva de sanar han de prestarse con la aportación profesional más completa y entrega decidida, sin regateos de medios y esfuerzos, ya que la importancia de la salud humana lo requiere e impone».
Pero existe un grupo de reclamaciones basadas en el error de diagnóstico a pesar de que estas pruebas se realizaran. Suponen un error de carácter grosero, incompatible con la pericia que se le supone a un médico que ha superado las pruebas curriculares para adquirir su titulación. Ejemplo de ello es la lesión que aparece claramente en una placa radiográfica y que sin embargo es informada como normal o sin patología, evitando de esa forma el correcto diagnóstico. Este tipo de casos a veces tiene que ver con errores burocráticos, prisas, etc…pero que el paciente acaba soportando las consecuencias cuando, evidentemente, no debe ser así.
Este tipo de daño es propio de los servicios de atención primaria y especializada ambulatoria; pero también se producen en el contexto hospitalario en pacientes que llevan tiempo hospitalizados sin mejoría y sin saber que su diagnóstico es erróneo porque se arrastra un error de valoración de una prueba que quizá se realizó en los momentos del ingreso.