El Juzgado de Primera Instancia número 8 de Donostia ha condenado a un oftalmólogo por negligencia médica a indemnizar con 215.600 euros a un chófer de autobús interurbano por dejarlo parcialmente ciego al operarle tras detectarle un desprendimiento de retina.
Según la sentencia, el médico ocultó información al paciente sobre los riesgos de la operación y además, prescribió un tratamiento con corticoides inadecuado al padecer de tensión ocular alta, lo que le ocasionó un glaucoma y la pérdida del campo de visión en el ojo izquierdo de forma irreversible.
Indemnización por negligencia médica
Por todo ello, el juez ha condenado a la compañía aseguradora del facultativo a indemnizar al demandante, defendido por el abogado Carlos Gómez Menchaca, por daños físicos, morales y laborales. Asimismo, el magistrado no admite como válidos los «documentos estándar que no tengan en cuenta las circunstancias personales del paciente en cuestión» y constata que ha habido «falta de seguimiento y abandono total por parte del equipo médico«.
El magistrado ha recurrido a la pericial de parte para establecer el importa de la indemnización por negligencia médica y valora en 100.000 euros el perjuicio moral grave, 48.000 euros las secuelas por pérdida de visión, 31.000 euros los rendimientos salariales dejados de percibir y 13.200 los días de recuperación y el lucro cesante.
«Cómo voy a llevar un autobús con 72 personas si de un ojo no veo»
J.I.A., conductor de autobús interurbano en San Sebastián, afirma que lo más duro «ha sido perder el trabajo con 50 años. Tengo dos hijos de 10 y 16 años estudiando y el que llevaba el sueldo a casa era yo, mi mujer estaba en el paro».
El paciente, que ha obtenido la incapacidad absoluta tras este grave error médico, añade que «veía como cosas flotando dentro del ojo, notaba que algo pasaba, no me encontraba bien«. «Cuando al cabo de un mes y medio acudí a consulta, el médico me comentó que tenía que haber estado tumbado boca abajo en la cama durante quince días, algo que no me había avisado hasta el momento. Yo estaba nervioso, veía que no me estaba poniendo bien y que así no podría conducir. El médico me llegó a decir que no fuera tan pelma. Pero, ¿cómo voy a llevar un autobús con 72 personas si de un ojo no veo?«.
Esta situación llevó al afectado a una profunda depresión hasta el punto de intentar suicidarse. «Este médico jugó con la vida de una persona y eso a mí me machacó«.
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