La pequeña Cristina tiene ahora tres años; sufre parálisis cerebral, es ciega, no puede hablar y tampoco oye. Tiene convulsiones y necesita cuidados las 24 horas del día. Sus padres dicen que ninguna sentencia judicial puede reducir un ápice su sufrimiento, pero la decisión del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 1 de Vitoria, al menos, les ha dado la razón. “Ha sido una satisfacción. Los médicos nunca nos explicaron lo que ocurrió, jamás admitieron que se equivocaron. Ahora los jueces reconocen que mi hija está así por un error en el parto», comenta la madre, I.G.
Este matrimonio de Bilbao recuerda el domingo 23 de agosto de hace tres años con horror. El embarazo, las pruebas y las ecografías del feto fueron normales. La madre había salido de cuentas y acudió al hospital de basurto el día 22 porque dejó de sentir los movimientos de su hija. “Me dijeron que me fuera a casa porque aún no habían pasado los quince días que esperaban para provocar el parto. Mi hija ya estaba sufriendo”. A las seis de la mañana del 23 de agosto volvió al hospital: “tenía dolores y no notaba a la niña”.
A la carrera
Los médicos decidieron provocar el parto. Sin embargo, dos horas más tarde se la llevaban “a la carrera” al quirófano para una cesárea de urgencia. “Cristina nació muerta. Le hicieron reanimación durante 15 minutos”, relata. Su cerebro había dejado de recibir oxígeno y el daño era irreversible.
La sentencia sostiene que I.G. y su bebé tuvieron una “deficiente atención médica” por “el tiempo que se tardó en extraer a la recién nacida desde que se presentó bradicardia fetal grave”, y por “no realizar pruebas necesarias para saber si existía sufrimiento fetal”. La decisión judicial que condena a Osakidetza a pagar 480.809,68 euros bate records “tanto por la cuantía como por la rapidez con que se ha resuelto la demanda, apenas un año”, según explica el abogado de la familia.
La indemnización permitirá a los padres comprar un piso –viven en un quinto sin ascensor- y les ayudará a hacer frente a los enormes gastos en medicinas y material sanitario. “Sólo con el sueldo de mi marido no nos llega. Estamos endeudados”, dice I.G., que podrá además cumplir su sueño: “tener otro hijo”.
Publicado por El Correo Digital el 13 de diciembre de 2.002