La sentencia considera, basándose en el informe pericial, que «si no se llegó al diagnóstico correcto fue por no haber realizado las pruebas diagnósticas indicadas», es decir, una TC o una resonancia magnética nuclear.
Según la demanda, los hechos se remontan a enero de 2001, cuando la paciente, que tenía 25 años, sufrió un traumatismo craneoencefálico como consecuencia de una caída. En un primer momento no se detectó ningún problema neurológico, pero tres días después tuvo que acudir al servicio de Neurología por un cuadro de cefalea e inestabilidad.
Mientras estuvo ingresada los primeros días la chica presentó una rinorrea acuosa súbita, que no se pudo recoger para analizarla ni se le dio mayor importancia, por lo que fue remitida a su médico para que la controlara. Unos tres meses después la paciente volvió a ingresar por una cefalea opresiva muy fuerte que le impedía desarrollar una vida normal. A pesar de todo ello, no fue hasta marzo de 2002 cuando se valoró la importancia de la pérdida del líquido cefalorraquídeo por la nariz.
El retraso en el diagnóstico le provocó la persistencia de unos síntomas muy dolorosos e incapacitantes y la permanencia de una situación molesta como es la pérdida intermitente de líquido por la nariz.
La demandante alegaba que las fístulas deben ser remediadas, puesto que suponen un grave riesgo de infección mortal y meningitis, crean severas cefaleas, anosmias y vértigos.
El juzgado vitoriano considera que en el presente caso hubo un comportamiento negligente y poco precavido de la Administración sanitaria por existir un evidente retraso en el diagnóstico que, cuanto menos, ha provocado un padecimiento psicológico a la recurrente.
El fallo, que acoge los argumentos de Roberto Gómez Menchaca, se basa en el informe pericial emitido por un neurólogo que entiende que «la realización de una prueba de imagen con introducción de contraste intratecal estaba indicada, debiéndose elegir un periodo de actividad de la fístula en la evolución del paciente para que su realización fuera rentable».
Publicado por Diario Médico el 22 de enero de 2.008