El testigo-perito Javier M., jefe de Oftalmología del hospital Río Hortega, ve “razonable” establecer una relación entre el medicamento Ala Octa y la afección en la vista, y no descarta que los afectados pudieran sufrir los efectos del fármaco utilizado en el centro durante dieciocho meses.
Ha arrancado el juicio por los daños a dos pacientes del Ala Octa, en el que el Gómez Menchaca representa a los afectados. La comparecencia se ha llevado a cabo durante la vista oral que se desarrolla en la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL) en Valladolid.
El Ala Octa, medicamento de la empresa Alamedics Germany, es un perfluoroctano empleado para pegar la retina tras un desprendimiento, y puede ser la causa de la pérdida de visión en un ojo en el caso de dos pacientes que acudieron al Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid ante los efectos adversos provocados por la toxicidad de dicho fármaco.
A pesar de que esta teoría no cuenta con el respaldo absoluto de los responsables, el testigo-perito y jefe del Servicio de Oftamología del Río Hortega, Javier M., considera «razonable» establecer un nexo de causalidad entre la pérdida de visión sufrida por Amaya G.S. y Rafael M., dos de los pacientes afectados que fueron intervenidos por desprendimiento de retina, y el posible uso del Ala Octa que se administraba en dicho hospital durante ese periodo
Ala Octa: un fármaco defectuoso en el centro del juicio
Los afectados, que reclaman indemnizaciones superiores a los 200.000 euros, no fueron operados por el experto oftalmólogo que declaró en el juicio, pero en aquella época, por espacio de dieciocho meses, el Río Hortega compaginó el uso del Ala Octa tóxico on otros dos medicamentos más.
No obstante, a pesar de que la Agencia Española del Medicamento no incluyó estos dos casos entre otros registrados en los que los pacientes fueron tratados con Ala Octa con una toxicidad del 100%, y que sufrieron la necrosis de su retina en el mismo instante de la operación, el responsable de Oftalmología del hospital vallisoletano no descarta que Amaya y Rafael fueran también víctimas del producto.
En palabras del experto: “No son casos idénticos a los descritos por la agencia, ya que no se produjo necrosis de la retina, pero es razonable que pudieran estar también vinculados por el uso del Ala Octa, pues en el caso de Valladolid se identificaron cuatro lotes (080714, 180214, 110213 y 170713) que presentaban una toxicidad de entre el 41 y el 47 por ciento”.
El experto se ha movido en el terreno de la posibilidad, ya que ni siquiera se ha podido certificar que los dos pacientes fueran tratados con este perfluoroctano tóxico, dado que en la hoja de quirófano no figuran la marca ni el lote utilizado y, por tanto, pudo haberse utilizado cualquiera de los otros dos medicamentos de distinta marca que se empleaban también en este centro hospitalario.
El Ala Octa daba peores resultados
En cualquier caso, el oftalmólogo Javier M. ha querido señalar que tanto él como sus otros tres compañeros de servicio se percataron de que, a lo largo de dieciocho meses en el que usaron el Ala Octa y a diferencia del periodo anterior en el que no disponían de él, se registró un mayor porcentaje de casos en los que los pacientes, tras la operación, recuperaron menos vista de lo normal: este hecho se repitió en 22 de los 51 intervenidos.
Sin embargo, otro perito que elaboró un informe sobre el paciente explicó que es obligatorio dejar constancia de toda sustancia que se aplica al cuerpo de una persona, aunque solo permanezca de forma temporal.
De todas formas, no fue hasta que saltó la alarma sanitaria, tras los graves casos detectados en Euskadi y Canarias, cuando el departamento de Oftalmología del Río Hortega empezó a sospechar y optó por remitir a la Agencia Española del Medicamento el medio centenar de intervenciones efectuadas en ese periodo en el centro vallisoletano ante su posible afección por el producto retirado.
Siempre según el testigo-perito, el origen de la contaminación del producto elaborado por la empresa alemana Alamedics Germany pudo producirse en los tanques de almacenamiento al permanecer más tiempo del necesario. En cualquier caso, el oftalmólogo, al igual que su compañero que operó a los dos afectados, ha eludido cualquier responsabilidad tras asegurar que ambas operaciones se ejecutaron de forma correcta y acorde con los procedimientos, aunque luego pudieran surgir complicaciones por el uso de Ala Octa.
“Cuando uno va al supermercado no duda de la seguridad de los productos”
“Cuando uno va a un supermercado y compra aceite no duda de su seguridad sanitaria y por eso ni yo ni mis compañeros ponemos en tela de juicio la garantía de un producto que cuenta con el sello CE y que consideramos apto para su uso”, sentencio el médico especialista.
En este sentido, según las declaraciones de un segundo perito, el paciente Rafael M. no cumple las características fijadas por la Agencia Española del Medicamento, ya que la atrofia del nervio óptico apareció meses después de la intervención y al mes y medio de la operación no había ningún signo de toxicidad ocular.
A partir de ahora, será la titular de la Sala de lo Contencioso Administrativo del TSJCyL quien dictaminará si estima las reclamaciones de los afectados, con responsabilidad de Sacyl, Alamedics, la distribuidora WM Bloss de Cataluña y la aseguradora Mapfre, o bien atiende la petición desestimatoria de quienes figuran como responsables civiles. Abogados Gómez Menchaca seguirá informando sobre novedades en el caso.
Fuentes: La Vanguardia, El Día de Valladolid